sábado, 30 de noviembre de 2013

"Nunca haría un libro con moraleja"



Hace de todo y lo hace bien: es ilustradora y narradora de libros para chicos y, además, canta. Este año recibió en Suecia el equivalente a un Nobel de literatura infantil y fue nombrada Personalidad Destacada de Buenos Aires. En Sophia la entrevistamos en 2009, pero decidimos volver a buscarla para ver qué hay de nuevo en su fantástico mundo. Por María Eugenia Sidoti. Fotos: Nicole Arcuschin.



Hay un cuento que no le gusta a Isol: el de la nena a la que le cortan los pies por querer bailar con sus zapatos rojos. La historia, escrita por Hans Christian Andersen, le parece horrible y no es solo porque al final le amputen a la protagonista sus zapatitos de un hachazo, dejando un charco de sangre alrededor. Lo que la espanta, en realidad, es que el mensaje sea cortarle, más bien, la libertad. “Tuve que deshacerme del libro, no lo soportaba... ¡Qué final de porquería! Lo único que podría salvarlo, pienso hoy, es que lo tomáramos a chiste. Yo, en cambio, lo único que podría decirles a los chicos es que se prueben todos los zapatos que quieran, del color que más les guste”.

Así es Marisol Misenta, alias “Isol”, la primera ganadora argentina del premio Astrid Lindgren 2013, un galardón fundamental de la literatura infantil mundial que otorga el gobierno de Suecia, con el que se premia –en memoria de la célebre creadora de Pipi Calzaslargas– que se les hable a los chicos de igual a igual. De hecho, al momento de premiarla, el jurado expuso: “La autora se basa en la mirada no contaminada sobre el mundo que posee el niño, afrontando sus preguntas con plasmaciones drásticas y respuestas abiertas”.
Ahora acaba de volver de la Feria del Libro de Gotemburgo, en donde el género infantil ocupa un lugar destacado. ¿O acaso lo que leemos de chicos no nos hace grandes, a la vez? Entonces, dice que ella misma se siente parte de un cuento extraordinario (¡por las calles había carteles con su cara!). Además, está dando sus primeros pasos como mamá de Antón, el hijo de un año y ocho meses que tuvo con el actor y director de teatro Rafael Spregelburd, al que decidieron bautizar de ese modo porque adoran a Chéjov y buscaban un nombre afín al imponente apellido paterno.

Así que Isol reconoce que, últimamente, su vida es una locura vital: las distinciones, los viajes, el trabajo a destajo y las noches sin pegar un ojo, yendo de su cama a la cuna; y más que nada, a todos sus universos imaginarios. De hecho, se encuentra terminando un nuevo libro, que será acerca de bebés. “Surge del extrañamiento de ver cómo mi hijo va descubriendo el mundo; de esa fascinación, por ejemplo, por mirarse las manos al despertar, como si viera dos pulpos mágicos llenos de tentáculos”.
¿Qué decir? Ella es una de esas contadoras de historias que abre los ojos de los chicos de par en par. Tal vez sea porque –se nota– cree en el valor de las imágenes de la infancia. “En mis libros hablo de lo que es lo bueno, de lo que es lo malo y de lo que es relativo. Pero no doy recetas, solo propongo mirar lo raro que es todo. Yo nunca haría un libro para enseñar ni algo con moraleja”.
–Y es una decisión firme, se ve…
–Sí, porque no tengo la bola de cristal. Me sentiría totalmente irresponsable: ¿cómo le voy a decir a un chico lo que tiene que hacer? A lo sumo, le puedo pedir que no toque el fuego o le puedo contar lo que para mí es el mundo. De otro modo, sería limitar a que sus descubrimientos tengan que ver con lo que pienso yo y no es la idea.

–¿Cómo fue recibir un premio tan importante?

–¡Una locura! Los premios son siempre subjetivos, pero fue interesante para mí porque, además del reconocimiento en sí, este tiene mucha densidad ideológica. Son muy estudiosos de la niñez.
–¿Dónde sentís que reside el valor de tu trabajo?
–En conversar, plantear, mostrar. En proponer algo que me parece gracioso para ver si a lo mejor al chico también le parece lo mismo. De igual modo lo haría con un adulto. En realidad, son soliloquios, pero en personajes de nenes. Mi idea es ir por fuera de las convenciones y retratar lo cotidiano, intentar que cada uno vuelva a mirar y a reírse de una situación que antes le preocupaba o no entendía.

–¿Y por qué los nenes son tus personajes?

–Porque no me olvidé de mi infancia y me resulta raro que haya adultos que no la recuerdan. No soy una médium que se comunica con los niños. ¿Acaso no fuimos todos chicos? Uno se construye en la infancia y esos esquemas nos definen. La cosa no es ser un niño toda la vida, pero sí entender que uno viene de ahí. Me pasa algo: siempre me pongo en el lugar del nene o del bebé, porque puedo tener empatía y maravillarme con su mirada.

–¿Qué imágenes de tu propia infancia te dan sentido?

–Los momentos de disfrutar de las actividades artísticas, que fueron mi manera de compartir la vida con los demás. En mi casa se festejaban esos juegos y sentir que eso estaba valorado me dio el ímpetu de seguir haciéndolo. Me ayudó a comunicarme y a sentir que daba algo a los demás que podía interesarles. Mis papás eran jóvenes y bohemios, muy melómanos, y en la época de la Dictadura casi no salíamos de casa. Jugábamos mucho en familia, con ellos y con mi hermano, Zypce.
–Hoy muchos padres llevan a sus hijos a talleres de arte para alentarlos. ¿Creés que pasa por ahí?
–Cada chico es diferente y yo recién fui a aprender arte durante el secundario. Cuando uno es chico, es natural dibujar, cantar, inventar historias… Si lo seguís haciendo y tenés espacio para compartirlo con otros, no necesitás aprender tanto. Pero si en tu casa nadie se sienta con vos a jugar o no tenés las cosas necesarias, quizá sí haga falta un sitio especial en el que compartir todo eso. Hay que dejar que los chicos investiguen y necesiten cosas diferentes en cada momento, ayudándolos a encontrar lo que se les va dando mejor. 

–¿Cómo es el proceso creativo del universo Isol?

–Trabajo mucho y no me enamoro de lo que hago; al final siempre cambio cosas. Tardo, empiezo, no me gusta, pido opinión y vuelvo a empezar. Trato de encontrar algo que no haya hecho antes. Si yo hiciera lo primero que me sale, no sería tan espontáneo ni tan fresco, me repetiría. Tengo vicios y sé qué cosas funcionan. Y si empezara a repetirme, sería una desilusión para todos. Por suerte se busca de mí lo mismo que yo busco: que sea diferente y rompa con algunas convenciones.

Isol en el país de las maravillas

Nocturno, La bella Griselda, Petit el Monstruo, Secretos de familia son algunas de sus creaciones. Una lista larga y llena de cosas maravillosas, como que los protagonistas de sus historias, aunque son chicos, no se achican a la hora de buscar respuestas. Imposible no trazar un paralelismo con Mafalda. “Mis personajes tienen algo de su cuestionar, pero saben menos y son más demandantes. Rescato ese valor de dar un libro inteligente, porque los chicos lo son. Si les digo una pavada que ya vieron cien veces, me van a decir que soy una estúpida. ¡Sería lo peor!”.
Isol publicó su primer libro luego de ganar un concurso en 1996. “Había gente que me decía que tenía que mostrar mi trabajo, pero no es fácil exponerse con lo que uno hace, porque siempre se depositan expectativas. Tener gente alrededor que se entusiasmaba me ayudó”, dice, y explica que eso le dio el empujón necesario para volar.

Las madres de tus historias solían ser un poco “duritas”. Ahora que sos mamá, ¿qué va a pasar?

– ¡Ay, antes era tan fácil ser oposición todo el tiempo! Ahora, vamos a ver, el nuevo libro es sobre bebés. Todavía no está terminado, pero tiene mucho de esta nueva etapa. Mi mamá me tuvo a los 18 años, y yo, por el contrario, fui madre grande. Nunca me lo dijo, pero recibí el mensaje de que estaba bueno esperar y hacer cosas antes de tener un hijo.

–¿Sentís que es difícil criar hijos hoy?

–Hay más ruido y una realidad: padres ausentes y agotados. Yo misma, por momentos, me vuelvo loca. No soy rígida, pero el miedo a cometer errores me estresa. ¡Hay tantas teorías! Me preocupa ser una buena madre, pero para mí las reglas son las que le vienen mejor a cada uno. Además, te podés equivocar. Lo que hay que ver es cuánto lee ese hijo de los propios miedos y alegrías. Es un regalo redescubrirse desde la mirada de un niño y poder trabajar desde ahí.

–¿Hay muchas ideas esperando que las atiendas?

–Sí, las voy anotando y entonces, cuando termino otra cosa, vuelvo a ellas. Me fijo si alguna puede ser o no. Había una vez una vecina que gritaba todo el día y, entonces, en esa boca abierta y redonda, imaginé un globo que me llevó a un cuento. Trabajo mucho con eso: imágenes, deseos, fantasías de lo que podría ser… Me da risa mi propio mambo y me río de eso, algo que se agradece, porque es liberador. Secretos de familia es el libro mío que más se vende porque todas las madres se mueren de risa y los chicos también al ver que es normal sentir vergüenza de la familia que nos tocó.

–¿A vos también te daban vergüenza tus papás?

–Sí, pero después me di cuenta de que todos sentían un poco eso. Entonces, o te encariñás con la diferencia, o vivís negando. Lo que pasaba era que los míos eran tan diferentes... De grande valoré que fueran los típicos artistas “raros”. Pero en mi contexto de escuela estatal de Flores y de compañeras que jugaban al vóley en Ferro, yo era como una nerd; nunca tenía ropa de marca. Mis viejos, más allá de que no tenían un mango, no creían en eso y entonces, si algún día tenían plata, la gastaban en libros. ¡Me compraban zapatillas de color negro para que no se ensuciaran! Por eso, creo que el mensaje es darle valor a lo que nos diferencia, porque es lo que nos hace únicos.

–¿Qué te pasa a la hora de abordar temas difíciles, como la muerte o la tristeza?

–Los chicos tienen una gran sensibilidad y no todo en el mundo infantil brilla; hay oscuridad. Los cuentos clásicos, si bien tremendos, ayudan a que el nene pueda trabajar sus sentimientos. Una vez me preguntaron si me parecía bien que los libros para niños terminaran mal... ¿Pero qué sería un mal final? La muerte puede ser triste, pero no es mala. Peor es hacer sentir culpa o dar pautas de vida. ¡Eso está mal! No hay que negar las cosas tristes o feas que pasan en el mundo. El chico igual va a encontrarlas y es mejor que lo preparemos para saber de qué se trata y pueda elaborarlo mejor.

–¿Qué te gustaría que pase con tus libros?

–Quisiera poder evocar. Me pasa con los libros que me gustan: me abren una ventana a pensar otras cosas, o ver mis pensamientos de otra manera. Los libros no tienen miedo de decir y nos ofrecen llegar al alma de quien los escribió; por eso son tan emocionantes. La catarsis de un autor es un regalo. Y uno se expone con la excusa de inventar una historia, que en el mejor de los casos da lugar a algo más: mis dibujos hacen que algunos nenes pinten afuera de las líneas. ¡Está buenísimo!

–Tomando tu obra en sentido material, ¿estás en construcción, de reforma o disfrutando del ambiente?

–Disfrutando del ambiente, sin duda. Pero mi trabajo es más como una planta: está vivo y no se termina nunca. Lo voy regando y espero siempre que se me ocurra algo genial para la próxima.

–¿Hay cierto temor en esa espera?

–Sí, pero se termina no bien me pongo a laburar. Lo que me da miedo es no tener tiempo para mejorar lo que hice o bajar el nivel. Pero todo se desbloquea cuando suelto y lo dejo ser.

–También sos cantante… ¿Es parte de lo mismo?

–Claro, me gusta cantar porque exploro mis capacidades artísticas. Soy soprano y busco plasmar mi personalidad en lo que hago, contando historias para conmover. ¡Es puro placer físico!

–En tus libros das instrucciones para usar nenes, patitos… ¿Pero cómo podemos usar a Isol?

–Quisiera que cada uno use mi trabajo como más le guste, siempre y cuando quienes lean mis libros, sean curiosos y un poco desprejuiciados. Eso vale para los chicos y también para los papás

sábado, 23 de noviembre de 2013

¿Con qué objetivo podemos usar las redes en el aula/institución?

Top 5 de redes sociales para docentes

Estar en redes sociales nos permite a los profesores realizar un trabajo personalizado, de manera natural y casi por consecuencia reconocemos lo que identifica a nuestros estudiantes y en base a ellas , fortalecemos sus intereses. A lo largo de años de trabajo en redes, he visto nacer tantos proyectos, plataformas digitales de moda, juegos online, blogs, apoyando diferentes causas, generando espacios incluso para creaciones musicales. La satisfacción que trae en ellos, el fortalecimiento de su auto estima, la importancia que reconocen en el aprendizaje es simplemente motivador. Las redes tecnológicas de comunicación se han convertido en una herramienta que permite el aprendizaje colaborativo e involucra espacios de intercambio de información que fomentan la cooperación entre profesores y estudiantes por esta razón he seleccionado las 5 mejores redes sociales que los docentes podemos utilizar.

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15 razones para empezar a usar facebook en el aula

Por Meritxell Viñas

Facebook empezó en la universidad para que los alumnos de Harvard pudieran conectarse de forma divertida. Desde entonces su popularidad ha crecido exponencialmente y por tanto, ofrece un gran potencial para su uso en el aula.
Si bien los centros escolares y profesores se muestran reacios a esta idea ya que en general la ven como una distracción en clase, con un poco de ayuda, Facebook puede convertirse en una esencial herramienta de aprendizaje colaborativo. De hecho, la práctica demuestra que cuando se utiliza Facebook en una clase, los estudiantes no sienten la tentación de usarla de forma inapropiada.
Por ejemplo, puedes usar facebook para que los estudiantes accedan a información sobre sus deberes, generar un debate sobre un tema expuesto en clase o solucionar preguntas o problemas que surgen cuando les asignas un trabajo. Facebook debe siempre usarse dentro del aula para tratar temas dentro del plan de estudios y nunca para tratar temas personales.
El mismo Facebook, ha incrementado las opciones de seguridad y privacidad para que los estudiantes y profesores puedan usar esta popular plataforma y han incluido mucha información dirigida en exclusiva a profesores en:www.facebookforeducators.org. También puedes consultar nuestro post de hace unas semanas: Facebook para profesores: Opciones de privacidad y seguridad que debes usar tu y tus alumnos.

A continuación puedes ver 15 razones para empezar a usar facebook en el aula y sorprenderles:

1. Tus alumnos están ya en Facebook.Todos tus alumnos usan a diario Facebook para conectar con sus amigos y familiares. Aprovecha el conocimiento que ya tienen de la aplicación y su gran interés por ella para realizar actividades de grupo y colaboración.

Si tus alumnos son menores de 14 años y no tienen abierto un perfil en Facebook, pueden abrir una cuenta con el consentimiento escrito de sus padres. Facebook, por defecto, establece medidas de seguridad y privacidad más estrictas para cuentas de personas con edades inferiores a 18 años.

2. Facebook te permite crear una página para tu clase, siendo completamente independiente de tu perfil de profesor, para que puedasseparar lo personal de lo profesional. Puedes añadir una foto de perfil que entre todos podéis escoger y un nombre que identifique el centro, el curso y tu nombre como responsable. Por ejemplo: 4º ESO IES XXXX Tutor XXXX.

3. Tus alumnos se conectan a Facebook varias veces al día, incluso desde sus teléfonos móviles, con lo que recibirán tus comentarios o actualizaciones inmediatamente cuando entren en su cuenta. Puedes aprovechar esta funcionalidad para recordarles la fecha límite en la entrega de un trabajo o explicar las directrices de un proyecto e incluso proponerles un libro de lectura durante el verano.

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12 métodos para aprovechar Twitter en la educación

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Ya se habla mucho sobre cómo usar Facebook con fines educativos, pero lo cierto es que otros medios, como Twitter, también se pueden usar para acercarse más a los estudiantes, y hacerles llegar de una manera más amena contenidos que, de otra manera, nunca llegarían a asimilar. Parece difícil que 140 caracteres puedan resultar tan útiles para la enseñanza, pero la cantidad de opciones que nos da no está nada mal.
El sector de la educación es uno de esos campos que están en constante cambio, y exige a los profesores y educadores ir adaptándose a los nuevos medios. Convertir Twitter en uno de los canales de comunicación entre alumnos y profesores puede hacer que aquellos que no tenían ningún interés en la asignatura comiencen a cultivarlo. Veamos 12 métodos que pueden resultar muy útiles.

  • Tablón de anuncios: En vez de enviar un email a cada uno de los alumnos, podemos aprovechar las posibilidades de Twitter para ir publicando novedades con respecto al curso que pudieran interesar a los estudiantes. Cada uno de ellos debería convertirse en seguidor del profesor. Para diferenciar unas publicaciones de otras, se podría añadir un hashtag que incluya la asignatura y el curso, algo como #Matematicas1Bac.
  • Resúmenes: Es muy frecuente mandar como tarea la redacción de resúmenes que sintetizan las ideas principales de un determinado texto. Si la intención final de estas tareas es la de que el alumno aprenda a sintetizar, los tweets pueden ser potentes herramientas para desarrollar esta capacidad. Por ejemplo, se podría mandar un resumen de una obra concreta en un determinado número de tweets. Es difícil ver a chicos trabajando a fondo en el resumen de un libro o de un artículo, pero lo cierto es que lo hacen a diario cuando publican cosas en Twitter. 
  • Compartir enlaces: Con la llegada de Internet, el encontrar información sobre un tema concreto es algo que se ha hecho muy sencillo. Algunos profesores ven esto como algo negativo, pues reduce la cantidad de esfuerzo que tiene que dedicar un alumno a la investigación sobre ese tema. No obstante, se puede aprovechar esto. Se puede asignar a cada alumno una cantidad de tweets semanales donde compartan con sus compañeros enlaces interesantes sobre un tema concreto que se esté tratando, y que no se repita este enlace entre los compañeros. Así, se consigue una gran cantidad de información y si esta tarea es puntuable, es muy probable que el alumno lea el contenido. No hay que olvidar el hashtag apropiado sobre el tema que se esté tratando, para que todos los alumnos puedan ver lo que publican los demás.
  • Seguir a un personaje conocido: Se puede asignar un personaje famoso sobre una temática concreta a cada alumno. Y este tendrá que seguir en Twitter y documentar su actividad, para exponerla después en clase. Es una forma fácil de hacer que se metan en el ambiente de la asignatura de una forma sencilla y que lleva muy poco tiempo, y que es muy cercana para los jóvenes.
  • Representa a un personaje: Para asignaturas de historia, literatura o, en general, cualquiera relacionada con algún aspecto histórico, se puede asignar a cada uno de los alumnos un personaje histórico. Su tarea sería documentarse acerca de él, y crear una cuenta en Twitter, donde iría twitteando publicaciones metiéndose en el rol de cada personaje. Es ideal para asignar personajes contemporáneos a los alumnos, de tal forma que incluso se puedan comunicar entre ellos representado cada uno su papel. 
  • Hashtag del día: Al igual que ocurre con los programas de televisión, puede ser genial empezar cada clase escribiendo en una esquina de la pizarra el hashtag de esa clase. Ya sabemos que los alumnos usan el móvil en clase, así que, ya puestos, que lo usen para comentar ya con el hashtag. En cualquier caso, ese hashtag duraría hasta la clase siguiente, de tal forma que por la tarde y al día siguiente, se podría seguir comentando y opinando. Esto generaría debate entre los alumnos y el profesor, les haría meterse en la clase, y encima, con el tiempo, la atención prestada en clase sería mayor, para poder participar en estos debates. Básicamente, les ponemos fácil el meterse dentro de la clase. En vez de esperar que ellos decidan atender y hacer el esfuerzo, se lo acercamos.
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miércoles, 20 de noviembre de 2013

Tandy [Cuento. Texto completo.] Sherwood Anderson

Vivió hasta la edad de siete años en una casa vieja, sin pintar, junto a un camino abandonado que arrancaba de Trunion Pike. Su padre no se ocupaba apenas de ella, y su madre había fallecido. Su padre se pasaba el tiempo discutiendo y discurriendo sobre religión. Afirmaba que él era un agnóstico; y de tal manera vivía absorto en la empresa de echar abajo las ideas que acerca de Dios se habían deslizado en el cerebro de sus convecinos, que no alcanzó a ver cómo se manifestaba Dios en aquella niñita que vivía tan pronto en un sitio como en otro, casi olvidada, gracias a la bondad de los parientes de su fallecida madre.
Llegó a Winesburgo un forastero que vio en la niña lo que no había visto su padre. Era un joven de elevada estatura, de pelo rojizo, que casi siempre estaba borracho. A veces solía sentarse en una silla delante de la New Willard House, con el padre de la niña, Tom Hard. Este hablaba, sosteniendo que no era posible la existencia de Dios; el extranjero lo oía sonriendo y guiñaba el ojo a los que estaban cerca de ellos. Se hicieron grandes amigos, él y Tom, y solían estar juntos muy a menudo.
El forastero era hijo de un rico negociante de Cleveland y había venido a Winesburgo con una finalidad. Quería curarse del hábito de la bebida, y pensó que tendría mayores probabilidades de luchar con aquel vicio que estaba alquilándolo si ponía tierra de por medio entre él y sus amigos de la ciudad y se iba a vivir en un pueblo del campo.
Su estancia en Winesburgo no fue precisamente un éxito. La monotonía con que transcurrían las horas lo llevó a darse con más ahínco que nunca a la bebida. Pero acertó en una cosa. Puso a la hija de Tom Hard un nombre que encerraba un gran sentido.
Una tarde venía el forastero haciendo eses por la calle principal del pueblo, todavía con la resaca de una copiosa borrachera. Tom Hard estaba sentado en una silla, delante de la New Willard House, y tenía encima de las rodillas a su hijita, de cinco años entonces.


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martes, 5 de noviembre de 2013

Yo tengo tantos hermanos

Yo tengo tantos hermanos,
que no los puedo contar,
en el valle, la montaña,
en la pampa y en el mar.

Cada cual con sus trabajos,
con sus sueños cada cual,
con la esperanza delante,
con los recuerdos, detrás.

Yo tengo tantos hermanos,
que no los puedo contar.

Gente de mano caliente
por eso de la amistad,
con un rezo pa’ rezarlo,
con un llanto pa’ llorar.

Con un horizonte abierto,
que siempre está más allá,
y esa fuerza pa’ buscarlo
con tesón y voluntad.

Cuando parece más cerca
es cuando se aleja más.
Yo tengo tantos hermanos,
que no los puedo contar.

Y así seguimos andando
curtidos de soledad,
nos perdemos por el mundo,
nos volvemos a encontrar.

Y así nos reconocemos
por el lejano mirar,
por las coplas que mordemos,
semillas de inmensidad.

Y así seguimos andando
curtidos de soledad,
y en nosotros nuestros muertos
pa’ que naide quede atrás.

Yo tengo tantos hermanos,
que no los puedo contar,
y una novia muy hermosa
que se llama libertad.

Atahualpa Yupanqui
Argentina, 1908-1992