
Hoy 17 de agosto se cumple un nuevo aniversario de la muerte del General San Martín, el Libertador de América. En Argentina se le reconoce como el “Padre de la Patria”. En Perú, se lo recuerda libertador de aquel país, con los títulos de “Fundador de la Libertad del Perú”, “Fundador de la República” y “Generalísimo de las Armas”. En Chile su ejército lo ha destacado con el grado de Capitán General.
El Legado de San Martín comprende al “conductor”, al “libertador” y al “pensador”. Tres virtudes primordiales de la existencia, que conforman, a su vez, de manera indivisible, la personalidad moral del libertador americano.
Los pensamientos, máximas y sentencias brotados de la pluma , bajo el imperio de circunstancias diversas, poseen la frescura de la espontaneidad y están asistidos de la dimensión que proporciona el conocimiento de la vida y la fragilidad del corazón humano.
No fue un conquistador. No vivió para el fausto, ni escribió con vistas a la prosperidad. No fue hombre de academia, vivió en los campamentos. Abdicó por propia voluntad todas las preeminencias y se marchó al ostracismo para dejar a la voluntad de los pueblos la elección de sus gobiernos. Amó la tranquilidad y suspiró por la existencia sencilla y agreste.
En Mendoza vivió en una chacra, en Chile y en Perú en una quinta, en Buenos Aires en los aledaños, en Francia en la paz de Grand-Bourg. Con Querencias en las soledades, San Martín, penetró en la inmortalidad.
*Extraído del “Legado de San Martín” gentileza del Instituto Nacional Sanmartiniano.