jueves, 13 de junio de 2013

Molina Campos

                                               
Molina CamposNacido en la ciudad de Buenos Aires el 21 de agosto de 1891, en el seno de una familia con fuertes raíces y tradiciones castrenses, fue bautizado con el nombre de Florencio de los Ángeles Molina Campos.
Su padre era Florencio Molina Salas, y su madre Josefina del Corazón de Jesús Campos y Campos, ambos provenientes de familias tradicionales del país del tiempo de la Colonia, que mantenía un fuerte amor por el campo.

Es por ese motivo que el pequeño Florencio vivió su niñez y adolescencia más ligado al campo que a la ciudad, disfrutando de sus largas estadías en las zonas rurales bonaerenses de los llamados pagos del Tuyú y General Maradiaga, y en la localidad de Chajarí, en la provincia de Entre Ríos, áreas donde sus padres poseían campos heredados de la familia.
Esto hizo que la ciudad no fuera el ámbito ideal para Florencio, quien esperaba con ansías los viajes al campo, donde comenzó a sentirse atraído por el paisaje, que poco a poco daría lugar al nacimiento de la visión del artista plástico.
A mediados del año 1920 Florencio Molina Campos, luego de mantener un noviazgo con la joven María Hortensia Palacios Avellaneda, hija de Rodolfo Palacios y María Avellaneda, decidió contraer matrimonio con ella, unión que daría como resultado el nacimiento de Hortensia, la que sería su única hija. Pero el matrimonio no duró demasiado.
Mientras tanto, Florencio Molina Campos continuaba persiguiendo su sueño, que en definitiva era simplemente llegar con su obra a cada rincón del país, y poder vivir de su arte.
Esto lo llevó en el año 1926 a realizar su primera exposición de cuadros, la cual tuvo lugar en el Galpón de Palermo de la Sociedad Rural Argentina, muestra que contó con la presencia de importantes figuras del país, como fue el caso del entonces Presidente de la Nación, Marcelo T. De Alvear, quien de inmediato se declaró ferviente admirador de su obra, y le otorgó como reconocimiento una cátedra en el Colegio Nacional Nicolás Avellaneda.
Un año después el amor llegaría nuevamente a la vida de Florencio, cuando durante una muestra en la ciudad de Mar del Plata conoció a María Elvira Ponce Aguirre, una joven mendocina que supo conquistar el corazón del artista, y que compartió su vida con él hasta 1959, año en que murió Florencio.
En poco tiempo, la consagración y el reconocimiento llegaron a la vida de Molina Campos, permitiéndole no sólo cumplir su sueño de llegar a ser conocido en la Argentina, sino también a que su obra cruzara las fronteras del país, y lo llevara al Continente Europeo.
Su fama en el exterior creció de una manera que jamás lo habría podido prever, e incluso fue contratado por Walt Disney para cumplir el rol de asesor en el equipo de dibujantes a cargo de una serie de películas que se encontraban en producción, pero las diferencias en la visión del gaucho argentino entre el artista y los responsables de la productora norteamericana hicieron que no pudiera ser posible el trabajo conjunto.
Sin lugar a dudas, uno de los trabajos más recordados de Molina Campos en la Argentina fue el realizado para la firma Alpargatas, para la cual ilustró con sus dibujos los almanaques publicados desde el año 1931 a 1936, 1940 a 1945, 1961 y 1962.
Los últimos años de su vida fueron realmente difíciles, ya que Florencia Molina Campos debió enfrentarse a distintos tratamientos y operaciones para luchar con una enfermedad terminal, que lo llevó a la muerte el 16 de noviembre de 1959.

Galeria de imagenes de Molina Campos

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